Por si a alguien le asalta la duda comenzaré aclarando que los dos términos significan lo mismo. Solamente es una forma de exponer que existen dos miradas a la hora de afrontar una transcripción, una conceptual y otra fotográfica.
Dentro de la escuela clásica el compositor escribe adecuándose a los parámetros del lenguaje musical. Todo lenguaje es la posibilidad de expresarse en un mundo nuevo creado por un marco de conceptos dentro de los cuales debe limitarse. El compositor debe conceptualizar la música para poder expresarla dentro de su lenguaje. El intérprete le da vida y los críticos juzgan sobre lo respetuoso que éste ha sido con la idea. Así la música es pensada antes que expresada. Existe en el mundo de las ideas antes que en el de la realidad. Toda ciencia trabaja con conceptos ideales que no existen en la realidad en forma pura. La negrilla o la línea recta no son más que objetos mentales con los cuales podemos crear formulaciones matemáticas y lenguaje musical. Recordemos que la base de la ciencia musical es matemática.
La música Flamenca es una de esas músicas vivas que se hacen desde la interpretación y no desde el pensamiento. La interpretación ya está ahí desde que la obra nace. Y la obra está viva desde su comienzo. Transcribirla pues, consistirá en conceptualizarla, constreñirla dentro de las posibilidades que ofrece el lenguaje, para hacer factible su plasmación en un pentagrama. Un buen trabajo permitirá que perdure para las generaciones futuras, en su forma ideal, más allá del material auditivo.
Una transcripción sólo se hace de una música viva, y una buena transcripción debería tener un fuerte componente fotográfico. Plasmar un momento expresivo es más un pintura que una conceptualización. Recoger toda la riqueza del acto musical va más allá de las posibilidades de una transcripción, pero una mera concreción a alturas y tiempos de notas sería dejarla sin alma.
Desde el que la lee para interpretar, esto conlleva un trabajo adicional de decantación; leer la poesía adicional, empaparse y desligarla del concepto; deslindar lo permanente de lo efímero.
Algunos preferirán que este trabajo se de hecho, conocer solo las notas a interpretar y no enredarse con adornos circunstanciales. Mas, se hace necesario el equilibrio entre ambos aspectos y asumir este componente artístico como parte esencial de la transcripción de un hecho vivo.